4.06.2006

La Caída

El aire que respiro, se conjuga con la lluvia salada
Mis ojos se ahogan en el diluvio sentimental
Recibo el consuelo sonoro de los dulces labios maternales
Las paredes se vuelven blancas
Parezco flotar en la eternidad del perdón y el arrepentimiento
Gota a gota se extermina mi sufrimiento
Para alcanzar el absoluto descanso
El fracaso hiere profundamente la neurona egocéntrica
Pero ¿acaso puede el árbol producir frutas iguales?
Así como el mar rectifica cada instante para crear la ola perfecta
Grito de alegría a la vergüenza: No te necesito,
Fuerte es el golpe recibido, pero vale más la humildad que la soberbia.

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